Isabel Sánchez Castilla nos escribe un extraordinario artículo para reflexionar " TRABAJO, DIGNIDAD Y DERECHOS"

  • ‎- No sé si habrá hoy misa, como es la Fiesta del Trabajo…
    - Cuéntate que no.
    - Bueno voy a acercarme a ver si pone algo ahí en la puerta del Convento.

    Estas son las frases de una corta conversación que oí esta mañana al abrir una de las ventanas de mi casa en esa tarea cotidiana y maniática que tenemos muchas mujeres que es la de ventilar las habitaciones, y en mi caso con más motivo, por lo del tabaco.

    Fiesta ¿de qué?, pensé yo. Las palabras fiesta y trabajo parece que no pueden compartir día, o lo uno o lo otro.
    ¿Querrá haber dicho la buena señora que los que tenemos trabajo (hasta ahora) tenemos que celebrarlo? Pues tal como están las cosas el poder ir a trabajar ocho horas diarias, de lunes a viernes, sí es para celebrar y poniéndose traje de gala, porque es un derecho reconocido en nuestra Constitución que con este DESGOBIERNO que tenemos, tiende a desaparecer.

    Pero, ¿qué celebrarán los seis millones de parados que hay en nuestro país? ¿Qué van a celebrar esas familias que tienen a todos sus miembros en el paro? ¿Qué ganas de fiesta van a tener los que se han visto empujados a abandonar sus hogares por la avaricia de los bancos? ¿Qué festejarán en este día las personas que consumen su vida en las largas colas del INEM buscando una oportunidad que les permita dar de comer a sus hijos?
    Y nuestros jóvenes, ¿qué visión de futuro tendrán cuando se están esforzando por prepararse para acceder al escaso mercado laboral?

    Hoy no es la fiesta del trabajo, es el Día internacional de los Trabajadores, el Primero de Mayo, el día del Movimiento Obrero Mundial. La designación del 1 de mayo como fecha simbólica se debe, entre otras cosas, a que en ese mes, allá por el año 1886, se produjo la llamada Masacre de Chicago, donde miles de obreros se mantenían en huelga en demanda de un horario laboral de 8 horas, el reconocimiento de sus organizaciones sindicales y sufragio universal, hasta que la policía se les echó encima, dejando más de 80 muertos y cientos de heridos, y meses más tarde los principales dirigentes de la movilización fueron ahorcados.

    Por todo ello, he llegado a la conclusión que aunque estemos bendecidos con la suerte de poder trabajar, hoy no es día de celebrar nada, es día de protestar, de reivindicar, de estar al lado de los que están luchando porque todos, trabajadores o parados, no paguemos las consecuencias de una gran crisis económica en la que nos hemos visto envueltos y que nosotros no hemos provocado. Es día de estar en desacuerdo con esa "drástica" reforma laboral que quieren implantar nuestros desgobernantes y que va a acabar con tres décadas en las que se había luchado por conseguir muchas cosas.

    Esperemos que el resultado de nuestras protestas no sea sangriento, pero sí fructífero, y vamos a estar al lado de esas personas que hoy no están de fiesta, están pidiendo para todos nosotros lo que otros nos quieren quitar:
    "TRABAJO, DIGNIDAD Y DERECHOS"

Comentarios